Ricse Caballero, Marco. Egresado de la UNFV especialidad Filosofía
La situación problemática
del pensamiento latino americano abordado por Augusto Salazar Bondy en su
influyente ¿Existe una filosofía de nuestra América?[1]
de 1968 provocó una gran reacción en la
comunidad académica latinoamericana. Una de sus principales influencias se dejó
notar en torno a la filosofía de la liberación latinoamericana. Aquella que en
1969 reunió en argentina a Osvaldo Ardiles, Alberto Parisí, Juan Carlos Scannone,
Aníbal Fornari y Enrique Dussel. Además, David Sobrevilla cita la opinión de
Horacio Certutti Guldberg en señalar a
la polémica de Leopoldo Zea y Salazar como uno de sus antecedentes mas. A propósito de los textos ¿Existe
una filosofía en nuestra América? de Salazar y la respuesta de Zea en su “La filosofía americana como filosofía sin más”. [2]
Sobre la problemática de la cultura y la filosofía de la dominación en su formulación más antigua Sobrevilla encuentra que “Para Salazar somos una comunidad inauténtica y alienada, porque en nuestro origen histórico se produjo una ruptura una escisión, entre la cultura viva del pueblo peruano ( y latinoamericano) y la cultura trasplantada de Europa. De allí que cuatro siglos de dicha ruptura sigamos teniendo una cultura defectiva que, por lo demás, corresponde a nuestra nacionalidad dividida y malformada. Como se ve aquí todavía no se hablaba Salazar de dependencia y dominación, pero sí de inautenticidad, desintegración y alienación.”[3] De esta manera se conformará lo que definiría la cultura de la dominación y más adelante el proceso de una filosofía de la dominación hacia una filosofía de la liberación.
El problema que se
plantea Salazar en su libro está en los siguientes términos ¿ha habido una
filosofía original, genuina o peculiar en esta parte del mundo? ¿Cómo debe ser
la filosofía hispanoamericana si quiere lograr la autenticidad y asegurar su
progreso futuro? ¿Lo hispanoamericano
debe o puede ser tema de nuestra reflexión filosófica?, y la de ¿Qué
significación tiene tal tema para la constitución de una filosofía propia?”.
Para responder a las anteriores cuestiones Salazar realiza una revisión
panorámica del desarrollo de la historia del filosofar latinoamericano. Su
diagnóstico es principalmente negativo de ellas sus características principales
y más escalofriantes son las siguientes: El sentido imitativo de nuestra
reflexión; la superficialidad y la pobreza que muestra los planteamientos y los
desarrollos doctrinarios de nuestra filosofía; ausencia correlativa de aportes
originales de ideas y tesis nuevas, susceptibles de ser incorporadas a la
tradición del pensamiento mundial; existe un fuerte sentimiento de frustración
intelectual; gran distancia entre quienes practica filosofía y el conjunto de
la comunidad .
Salazar, comprende que
la causa principal de la depresión de nuestras filosofías es el sub desarrollo
y que esta característica negativa las comparten generalmente las sociedades y
por ende nuestras culturas tercermundistas. La condición de dependencia
sujeción a otros centros de poder económico y político afirma Salazar generó en
nuestras tierras una cultura de dominación. De lo anterior concluye que a pesar
de que nuestro pensamiento es defectivo e inauténtico es posible una revolución
por medio de la superación de sub desarrollo y la cultura de la dominación para
que al fin se pueda realizar una filosofía auténtica. Llama la atención que
para Salazar la tarea de nuestra filosofía tiene que ser la destrucción de la
alienación lo dice de esta manera “Esto quiere decir que buena parte de nuestra
tarea que tiene por delate nuestra filosofía es destructiva – a la larga
destructiva también de su entidad actual como pensamiento alienado”[4].
Entendemos una función denunciadora de crítica destructiva de todo lo
construido hasta el momento como inauténtico y poco original producto de
nuestro general subdesarrollo. Este sería según él inició, pero la realización
se daría en un futuro, en que hayamos superado las cadenas del subdesarrollo.
La influencia de estas
afirmaciones fueron recibidas por Leopoldo
Zea en su La filosofía americana
como filosofía sin más en su último capítulo intitulado De la autenticidad en la filosofía. Zea
cuestiona que tengamos esperar a salir del sub desarrollo para realizar una filosofía auténtica porque la
causa de este no es subdesarrollo ni en el supradesarrollo. En extenso halla el
problema en la actitud, pues si Europa sufre los problemas relacionados con el
supradesarrollo y lo testifica en su historia por su falta de humanidad en
proceso de colonización. Se proponen por
lo tanto reiniciar la carrera, asumen el error desatado en la colonización e
intentan destruir ese pasado mediante un reinicio un cambio de actitud. América
fiel seguidora de Europa intenta seguir el mismo cambio siempre intenta estar a
la moda y se arroja también a la tarea destructiva. La equivocan de Salazar
consiste según Zea consiste en que “Lo esencial estará en la actitud del hombre
¡No volvamos a repetir la vieja historia, aceptando que solo seremos plenamente
hombres, que tendremos una autentica cultura y no menos una autentica
filosofía, cuando nos asemejemos, una vez más al hombre occidental en su
desarrollo!”[5].
Interpretamos el modelo de desarrollo de una modernidad que se supera
constantemente y a ella no debemos seguir pues su proceso es de
autodestrucción.
Sin duda es una
situación problemática la que los maestros de los sesentas reconocieron en la
historia de nuestro filosofar y tal preocupación nos incita a reconocer si tal
situación cambió de alguna manera. Además de admitir que en la actualidad se gestan
transformaciones importantes en diversos ámbitos de la ciencia y la cultura
sentimos que continúanos presentando los mismos síntomas que ellos criticaron. Lamentablemente
también la filosofía latinoamericana se percibe como de baja calidad en
relación con sus pares europeos, generalmente secundada por una filosofía
extranjera. Resultando, en que la mayor aspiración del típico joven estudiante preocupado
por mejorar, tenga la oportunidad de viajar y formarse e introducir la
corriente que esté vigente en el extranjero. Aunque se cumpla esa meta y nos
convirtamos en los eruditos mejor documentados en determinados temas, el tiempo
ha demostrado a nuestro pesar un resultado desalentador. Seremos tal vez los
mejores pero siempre a nivel de difundidores, profesores o comentaristas más o
menos fieles, nunca autores originales, siempre “seguidores de…” “nunca
seguidos por…”.
La situación puede ser
en que no hemos sido fuente en algún momento del proceso histórico de la
filosofía. En otros términos nuestros maestros no han sido autores de ciencia
revolucionaria, por hacer una analogía con La
estructura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhn. Solamente hemos
continuado las labores de una ciencia normal ya institucionalizada no hemos
participado de la elaboración de alguna revolución de paradigma. Esta denuncia
por falta de originalidad y autenticidad no es por no pensar sino por no
participar de la toma de control de las riendas del pensamiento filosófico
paradigmático. Una situación que si continúa de esa manera seguirá siendo
irresoluble la relación será descendente, de subordinación, de dependencia y
nuestra mayor aspiración será calcar lo mejor posible la filosofía occidental.
La toma de conciencia
por el estudio de la historia de las ideas en Latinoamérica alarmó de
sobremanera por sus resultados a los maestros de los sesentas y la lectura
actual de ellos nos sigue preocupando. Su actitud de confesar la menesterosidad
de nuestras especulaciones a lo largo de nuestra historia nos hace reconocer también la
situación de crisis en la que estamos inmersos. Consideramos fue la misión de
los escritos de aquella generación; despertar a las futuras de un tipo de sueño
dogmático muy particular. La banalización de la vida en que todo estaba bien en
tanto vivimos sepultados por teorías que importamos de occidente e imaginamos
que somos filósofos y producimos filosofía. Una filosofía que unos pocos se
esfuerza por asimilar y difundir en reducidas sectas.
No somos parte del
proceso, solamente seguimos las estelas ya trazadas para llegar tarde a la
función del pensamiento. Queremos demostrar que no solo estamos en capacidad de
explorar tierras ya descubiertas sino también de descubrir nuevas sendas. No solo
espectadores sino también protagonistas. Siempre estaremos en segundo orden
mientras intentemos imitar perfectamente a Europa en sus logros y modelos. Es
necesario, por lo tanto trasladar esa centralidad que en occidente está
instalada e incrementar nuestra influencia y no ser desplazados por ella.
Debemos reconocer que la Europa que nos colonizó no es la tierra prometida ni
propietaria privada del pensamiento filosófico pues si el pensamiento
filosófico posee aquella universalidad que generalmente se acepta , puede
instalarse en cualquier parte del planeta.
Como ya hemos visto con
Salazar mucho se ha discutido sobre si el subdesarrollo es la causa de nuestra
inautenticidad. Zea salda cuentas con las idea de Salazar por la afirmación
nuestra posible filosofía esta en razón directa con nuestro estado de
desarrollo. Pues para Zea de tal manera continuaremos en la órbita de la
dependencia por apelar al modelo de desarrollo occidental dado que la filosofía
autentica se daría en cualquier etapa de desarrollo.
Si nos interesa que se
emprenda el descubrimiento es porque participamos de este no ser de la alienación, de lo inauténtico, la mistificación y el
subdesarrollo que apuntaron aquello que Salazar llama existir inauténtico “Estamos claramente en el caso de este existir
inauténtico: vivimos desde un ser pretendido, tenemos la pretensión de ser algo
distinto de lo que somos y lo que podríamos quizá ser, o sea, vivimos alienados
respecto de nuestra propia realidad que se ofrece como una instancia defectiva
con carencias múltiples, sin integración y por ende sin vigor espiritual.”[6].
Sostenemos, por lo tanto que en tanto este error exista podemos partir del
reconocimiento del mismo del no ser de la situación de crisis y sufrimiento, de
filosofía de la dominación.
[1]
Cfr. Augusto SALAZAR BONDY,
“¿Existe una filosofía de nuestra América?”, México, siglo XXI Editores,
1968, 133pp.
[2] Cfr. David SOBREVILLA, “La filosofía contemporánea en el Perú”, Lima, Carlos Matta editor,
1996, p 289.
[3] Cfr. Ibid, p 255.
[5]
Cfr. Leopoldo ZEA, “La filosofía americana como filosofía sin
más”, México, siglo XXI Editores, 2010, p 113.